A estas alturas del 2020, ya no se pueden hacer bromas con el COVID, la COVID o como queramos llamar a esta pandemia que azota al planeta. Al principio de la pandemia, los memes inundaban las redes sociales. Se bromeaba sobre los estornudos, sobre las mascarillas, sobre el confinamiento... Somos un país muy dado a la broma y el ingenio, en situaciones así, nunca nos falta. Somos el país de las chirigotas, después de todo. Y seguramente el país donde más humoristas y más imitadores nacen por kilómetro cuadrado, también. Pero el tiempo de las bromas ya pasó. Para empezar, son muchas las personas que han fallecido a consecuencia del Coronavirus. En este minuto del partido, prácticamente todos, aunque sea por referencias, conocemos a alguien que ha estado o está contagiado de COVID-19. Y los próximos, quizás, seamos nosotros. Y eso no es para bromear.
Tampoco lo es comprobar hasta qué punto ha cambiado nuestra vida por culpa de la pandemia y de las decisiones que han tomado nuestras autoridades. No podemos abrazar a los amigos. No podemos tener contacto físico con la gente que queremos. Por no poder, ahora, en Barcelona, no podemos ni tan siquiera ir a tomar una cervecita, un vermut o un refresco a la terraza de un bar. Y tampoco podemos estar en la calle a partir de las 10 de la noche. Podemos, eso sí, ir a trabajar y llevar a los niños al cole. De momento.
El toque de queda, ese término que suena tanto a tiempos de guerra o de postguerra, ha acabado ganando adeptos y se ha acabado por imponer en la conciencia de los políticos como una necesidad. Después de todo, siempre es más sencillo eso que hacer cribados masivos de la población, detectar los focos en su inicio, aislar a quienes están contagiados y, sobre todo, cuidar y velar por los más débiles y por los que se hallen en mayor situación de riesgo. En fin... cosas de eso que ahora se llama la gobernanza.
Cierre de puticlubs en Barcelona
En este clima de restricciones, hubiera resultado extraño que los clubs de alterne y los puticlubs permanecieran indemnes. Uno de los efectos colaterales del Coronavirus ha sido el cierre de estos locales. Ya en agosto, la Ministra de Igualdad del Gobierno de España, Irene Monterio, solicitaba a las Comunidades Autónomas una actuación sobre "aquellos lugares en los que se ejerce la prostitución". Según la Ministra, algunos brotes de COVID se habían producido en dichos lugares.
En una carta dirigida a los responsables de las diferentes Comunidades Autónomas (que son las que tienen competencias para decretar horarios y cierres de locales), Montero solicitaba que se cerraran dichos locales y, al mismo tiempo, se ofrecieran a las trabajadoras sexuales que prestaban sus servicios en ellos "alternativas dignas" para que pudieran hacer frente económicamente a la situación.
Esta solicitud fue rápidamente recogida y atendida por la Generalitat de Catalunya. Ésta, mediante la resolución SLT/2782/2020, ordenó el cierre de 94 puticlubs en todo el territorio catalán. Mediante dicha orden, se decretaba el cierre de todos aquellos locales de alterne de Catalunya que poseyeran licencia de "establecimiento público con reservado anexo". La orden gubernamental catalana no afectaba a prostíbulos clandestinos ni a los locales que estuvieran abiertos en virtud de una licencia para otras actividades no afectadas por la decisión del gobierno autonómico.
Los expertos en temas relacionados con la prostitución y su ejercicio apuntaron en su momento que el decreto de la Generalitat , aprobado el 17 de agosto pasado, no afectaba ni a las trabajadoras del sexo independientes ni a las agencias de escorts. Los expertos señalaban también que, en gran medida, las agencias de escorts habían ido ganando terreno durante los últimos años a los tradicionales puticlubs.
Mucho más discretas que los típicos burdeles de carretera, tan llamativos con sus luces de neón y con una imagen un tanto trasnochada y lumpen, la agencias de escorts habían conseguido ganarse la predilección de los puteros, en especial de los que viven en las grandes capitales, donde la oferta de agencias de este tipo es más numerosa y variada y donde puede gozarse de un ambiente más exclusivo y glamouroso. Así, estos clientes de la prostitución prefieren recurrir a los directorios de putas online para contratar a una chica de compañía o contactar vía online con una agencia de prostitutas de lujo que desplazarse a un puticlub tradicional para tener un encuentro sexual con una lumi.
Las mejores agencias de escorts en Barcelona garantizan habitualmente todas las medidas de higiene necesarias en sus locales. En la actualidad, estas medidas son todavía más exhaustivas. Esa garantía permite a estos locales seguir ofreciendo sus servicios en estos tiempos tan duros que corren para todos nosotros. Agencias como Casual Escorts, Lola Martí, Standing Models, Blue Velvet, La Vie en Rose, Le Privée, Times Escorts, SugarGirls, Elegancy Models, Le Vip, Maison Close, Ok Escorts, Felina Barcelona, La Suite, Perla Negra, Models Escorts o Desire Vip siguen luchando en la Ciudad Condal por ofrecer las mejores escorts de Barcelona a aquellos amantes del placer erótico que, con todos los cuidados que impone una pandemia como la que estamos sufriendo, no renuncian ni desean renunciar a llevar una vida lo más parecida posible a la que llevábamos no hace tanto tiempo, cuando aún no habíamos oído citar la palabra Coronavirus y cuando nos parecía inimaginable que fuéramos todos por la calle con media cara cubierta por una mascarilla.
Cierre de clubs de alterne en Barcelona y toque de queda
Para quienes, más allá que buscar el sexo directo y garantizado de una cita con una puta, deseen gozar del ambiente liberal y desenfadado de un club swinger, las cosas se han puesto crudas de verdad con esto del Coronavirus. De hecho, ya se habían puesto crudas con el cierre de bares y restaurantes decretado por la Generalitat el pasado viernes 16 de octubre. Ese cierre, decretado por 15 días, está, teóricamente, a punto de finalizar pero... ¿de verdad se permitirá que abran de nuevo los bares y locales de ocio cuando haya transcurrido ese plazo inicialmente anunciado?.
La improvisación con la que parecen actuar las autoridades desde que se inició la pandemia no permite aventurar un pronóstico claro. Por un lado, se asegura que esos locales son fuente de contagio (¿hay estadísticas de verdad al respecto?, ¿en verdad se contagian ahí más gente que en el metro, el supermercado, el trabajo o las reuniones privadas?). Por otro, mantener cerrados durante mucho tiempo todos esos negocios supondrá un durísimo golpe económico (otro más, después del recibido durante el confinamiento total) para sus propietarios, muchos de los cuales se verán obligados a bajar la persiana, agravándose así una situación económica ya grave de por sí. ¿Por qué opción optará finalmente el Govern? ¿Permitirán que vuelvan a abrirse, aunque sea con restricciones horarias y de aforo, los bares y restaurantes de Catalunya?.
Más allá del fin o no del cierre de los bares, lo cierto es que el nuevo estado de alarma impulsado por el Gobierno de España, unido al toque de queda decretado en todo el territorio español entre las 23 y las 6 horas (en Catalunya es desde las 22 horas a las 6 de la mañana), no permite augurar que los clubs de alterne y los locales swinger de Catalunya vayan a volver a la ansiada normalidad en un plazo de tiempo demasiado breve.
Mientras ese momento llega, parece ser que los amantes de los clubs swinger y los clubs privados de Barcelona no podrán hacer mucho más que velar por su salud (que no se olvide nadie la mascarilla y la higiene rutinaria de manos) y hacer un esfuerzo por contener su movilidad. Pero si el deseo sexual aprieta, que todas esas personas tengan presente lo apuntado anteriormente: en Barcelona siguen activas muchas agencias de escorts que garantizan toda la higiene necesaria en sus instalaciones y en su plantilla, y muchas prostitutas de lujo independientes que, en tiempo de COVID, se ofrecen como una garantía de placer seguro.
También en medio de las pestes hay que buscar la manera de poder gozar. Con garantías, claro. Pero seríamos tontos si renunciáramos al placer porque sí, por miedo injustificado o porque alguien nos lo impone.