Decir Venezuela es hablar de la cuna de un largo listado de mujeres hermosas. Mi nombre, Aida, figura en esa lista. Mirada profunda, gesto sereno y con mucha clase, rostro bellísimo, feminidad a flor de piel... Sin duda, son muchos mis encantos físicos, pero no son menos los de mi personalidad. Quien busque la fórmula mágica en la que se mezclan cercanía, educación, dulzura y elegancia, seguro que la encuentra realizada en mí. Una vez que la haya probado sentirá que quiere más.