Los ojos, además de para ver, sirven para seducir. Las mujeres que dominamos el arte de la seducción lo sabemos. Y yo, en eso, soy una auténtica maestra. Es difícil no quedar subyugado por el influjo seductor de mi mirada, de mi presencia y de mi afable y cariñosa personalidad. Me llamo Martina y, pasional y disfrutona como buena latina, soy la mejor compañía que un caballero puede imaginar para convertir cualquier tiempo compartido y cualquier experiencia común en un recuerdo tan imborrable como lleno de gratas sensaciones. Tengo la llave de un sinfín de paraísos.