Belleza, afecto, simpatía, sensualidad, dulzura... todo eso encuentra quien se acerca a mí. También mucha educación y saber estar, una forma de ser serena y, al mismo tiempo, un poquito traviesa cuando la ocasión lo requiere. Y es que soy una mujer latina y, como buena latina, siempre he pensado que a la vida hay que ponerle su poquito de salsa para gozarla a tope. Yo en eso soy una experta. Por eso, mi nombre, Milu, se convierte para quienes me conocen en sinónimo de muchas sensaciones, todas ellas buenas y muy gratificantes. Conocerme implica, irremediablemente, volverse adicto a mí.